La energía hidráulica es una
fuente de energía renovable procedente de la presión del agua acumulada a una
determinada altura en una depresión entre montañas. Se construyen grandes
presas para contener el agua acumulada por la lluvia. Estas presas tienen unas
compuertas, unas tuberías de presión y unas válvulas que permiten hacer
circular el agua a presión hacia unas turbinas que se encargarán de transformar
la energía potencial en energía cinética. Esta energía cinética es transmitida
al alternador que transformará la energía cinética en energía eléctrica. Se
considera un recurso renovable porque el agua no se gasta sino que se vierte
para que siga el ciclo de evaporación, condensación y precipitación, de nuevo
hacia el embalse por efecto de la energía solar.
Este tipo de tecnología renovable
es el más extendido en el mundo porque es capaz de abastecer a una gran demanda
además de no ser tan dependiente a la intermitencia de las condiciones meteorológicas. Por ello es muy
utilizada como centrales de almacenamiento de energía para poder disponer de
energía en los momentos que sea más necesario. De hecho existen un tipo de
centrales hidráulicas que son capaces de bombear agua hacia el embalse para
aprovechar la energía sobrante de ciertos momentos donde otras renovables
generen un superávit de potencia. Este tipo de centrales reversible se llaman
centrales de bombeo.
Central hidráulica reversible. Fuente: Wikipedia. Dominio público. |
Otra gran ventaja de esta
tecnología es que es muy rentable pues, aunque estas centrales son muy caras de
construir, su vida útil es larguísima lo que permite que se amorticen
sobradamente.
Los puntos negativos de estas
centrales es que su construcción provocan un gran impacto ambiental, su
construcción depende de emplazamientos muy concretos y en ciertos países, como
España, no puede ampliarse su implantación porque la mayoría de posibles
localizaciones están en explotación.
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